Perú, un país sudamericano que ha pasado por un periodo de crisis social política en la décadas del 80, 90 y una parte del nuevo milenio.

En su historia, la polarización es un hecho inevitable. De un lado: el militarismo fascista irrumpía en los pueblos más abandonados de nuestra sierra, y de otra: el senderismo, con sus respectivas atrocidades.

Justamente, son estos dos vasos comunicantes que alborotan el polvo del olvido para refrescar episodios de nuestra tragedia histórica. Estos son: la violencia y la toma del poder terrorista que planeaba migrar del campo a Lima.

Y es la película de Alejandro Legaspi, "La última noticia", que sin ánimo de avivar heridas nos plantea tomar una posición crítica frente a la violencia como un medio y un fin. Por ello, me animo a pensar que no, no es una película peruana más de violencia terrorista.

Así mismo, en base a esta realidad nacional y a la memoria colectiva con el devenir de las generaciones actuales, Alejandro comenta:

"En una sociedad donde no se puede ocultar ningún libro, lo mejor es que los jóvenes puedan discutir sobre este tipo de información con un profesor de escuela". Y sí, es necesario, ya que la prensa cuando ha salido a la calle a preguntar a adolescentes y jóvenes, con foto en mano; suelen confundir el rostro de Abimael Guzmán con el de un actor o un escritor como Gabriel García Márquez.

Así mismo, ya sea por el nivel profesional de Pietro Sibille quien ejerce como periodista en un pueblo de Ayacucho o por la buena narrativa dramática del film que "La última noticia" es necesaria para nuestro registro cultural.

La última noticia está inspirada según un collage de memoria, ya que para su realización se ha investigado en base a testimonios, fotografía e informes.

Junta con otras más como: Paloma de papel, La hora final, Días de Santiago, entre otras buenas películas, la arqueología visual de nuestra memoria se vuelve imprescindible.

Martha Robles